Salvar vidas es la meta
En el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria te presentamos a Sophia Buller, nuestra colaboradora alemana de 26 años de edad que nos cuenta el por que ha decidido tomar el camino humanitario.
En su pequeño jardín en su casa en Managua, Nicaragua. Sophia trata de neutralizar el estrés acumulado practicando yoga. Tanto su trabajo humanitario en la respuesta a la emergencia de los afectados por la erupción volcánica de Fuego, en Guatemala, como la crisis sociopolítica en Nicaragua han sido un gran desafío para nuestra colaboradora de 26 años.
Sophia siempre ha tenido un fuerte sentido de justicia. «No podía seguir viendo las injusticias que vivía la gente», dice ella. «Es por eso que decidí dedicarme al trabajo humanitario. Si bien la cooperación para el desarrollo es esencial para combatir la injusticia estructural, veo en el enfoque humanitario la oportunidad de complementarlo de una manera muy directa para reducir el sufrimiento».
Como parte de su trabajo en Nicaragua y Guatemala, Sophia es testigo del sufrimiento y la pérdida que sufren las familias afectadas: «Creo que la parte más difícil de mi trabajo es ver sufrir a las personas, nunca eres inmune a eso».
Ella está consciente de los riesgos de seguridad que hay en el mundo humanitario. América Central es la región más violenta del mundo. «Aunque no soy un objetivo directo como trabajadora humanitaria, los ataques armados, los robos y el fraude son amenazas comunes. Sin embargo, en el ASB tenemos estrictas normas de seguridad que nos protegen».
Sophia ama su trabajo en el ASB. «El riesgo siempre es latente. Pero es precisamente en estas regiones es donde se necesita más nuestra solidaridad. Los grupos especialmente vulnerables como las mujeres, los niños, las personas con discapacidad y las personas que viven en la pobreza están mucho más expuestos a estos riesgos. Si podemos ayudar a preservar la dignidad humana, salvar vidas y reducir el sufrimiento, todo el estrés ha valido la pena».