“Antes sufríamos por la escasez, hoy tenemos agua en todo momento”
140 familias de El Amatillo, Guatemala, cuenta con servicio de agua potable, que es gestionado por los miembros de la comunidad.
María Elisa Ramírez abre la llave y el agua fluye copiosamente. Sonríe y dice: “Nunca imaginé tenerla en la casa”. Ella vive en El Amatillo, comunidad de Olopa, en Guatemala; antes tenía que caminar hasta una hora para llegar a un pozo; si tenía suerte, le sacaría unos cinco galones de agua para llenar un cántaro. Si no, caminar otra hora para llegar a un arroyo.
“Antes sufríamos por la escasez, buscábamos agua bajando a los barrancos, en los arroyos, era mucho esfuerzo físico. Ahora todo es más fácil, tenemos agua en todo momento”, comenta.
El acceso al agua de los habitantes de El Amatillo es uno de los enfoques del proyecto Un futuro sin hambre en la región Maya-Ch’ortí, Guatemala. Esta actividad se complementa con acciones de seguridad alimentaria y nutricional; protección forestal y fortalecimiento de las organizaciones comunitarias para la administración del servicio.
Un futuro sin hambre en la región Maya-Ch’ortí, Guatemala es auspiciados por Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo e implementado por ASB con el apoyo de ASORECH en Guatemala.
Mario Lorenzo Vásquez, coordinador del proyecto y miembro de ASORECH, explicó que con este proyecto se benefician 140 familias quienes pueden consumir hasta 60 litros de agua por hora diariamente. Adicionalmente, los servicios construidos y reparados quedarán bajo la gestión de las organizaciones comunitarias de servicios de agua y saneamiento, que están articuladas con las municipalidades y Ministerio de Salud y Asistencia Social de Guatemala.
Asimismo, se construirán dos sistemas de riego por goteo. A través de una línea madre se obtendrán ramales utilizando manguera diseñada para el goteo de agua a una distancia acorde al cultivo a plantar. Se estima que 100 familias dispondrán de infraestructura de riego para producir alimentos.
Con el fortalecimiento comunitario para administrar el servicio, se prevé un cobro simbólico que será utilizado para el mantenimiento del sistema. Pero también, la comunidad está comprometida a proteger el recurso para que otras personas puedan disfrutarlo a mediano plazo.
A como dice doña Ermelinda Guzmán: “cuando no teníamos, nos tocaba ir a los pozos, caminar hasta dos horas. Ahora que lo tenemos, debemos cuidarlo, no desperdiciarlo para que otros lo aprovechen. Y recordar siempre cómo era cuándo no lo teníamos”.