



Activan red de observadores agroclimáticos en San Juan de Limay y San José de Cusmapa, Nicaragua
Jóvenes de 10 comunidades se involucran en una actividad que les permite planificar sus cultivos y anticiparse a los efectos de lluvias extremas.
Todas las mañanas, preferiblemente antes del desayuno, Ashley Ordólez Alaniz, de 14 años, sube al cerro ubicado detrás de su casa para revisar el agua de lluvia o humedad almacenada en el pluviómetro ahí instalado y registra la cantidad en su cuaderno. Repite esta acción al final del día y luego comparte los datos por Whatsapp a una persona que consolida diariamente la información.
Esta joven adolescente de la comunidad Las Chácaras, San Juan de Limay, es una monitora agroclimática. Lo que parece una tarea sencilla, resulta importante para la comunidad. La información les permite construir un historial de precipitaciones. Los datos permiten a los agricultores tomar decisiones sobre el manejo de sus cultivos y anticiparse y gestionar el riesgo de desastre cuando se avecinan lluvias extremas.
Ashely es parte de una red de observadores agroclimáticos constituida en 10 comunidades de San Juan de Limay y San José de Cusmapa y capacitada por el proyecto Fortalecimiento de las capacidades locales para fomentar el acceso al agua, saneamiento e higiene mediante el enfoque de la Ayuda Humanitaria Verde, conocido como ECT WASH. Este proyecto es implementado por ASB América Latina en Nicaragua; y con el apoyo de ADEPES, en Honduras, con fondos del Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de la República Federal de Alemania (AA).
En la comunidad de Aguas Calientes, Marcia Galo Pérez repite la misma rutina, algo que a ella le motiva y llena de orgullo. “Antes no sabíamos que podíamos recoger esta información y ahora aprendimos esto que es de mucha utilidad para la comunidad”, comenta.
Los 16 observadores agroclimáticos recibieron formación teórica y práctica en monitoreo climático, además del pluviómetro y cómo recolectar y leer las muestras de agua. “Es muy importante saber cuánto llueve, cómo serán las lluvias este año, cómo será el clima en general”, destaca Ashley.
Este conocimiento, combinado con su sentido de responsabilidad, ha fortalecido los lazos sociales en su comunidad. El trabajo de Ashley demuestra que incluso pequeñas acciones consistentes, como recopilar y compartir datos climáticos, pueden generar cambios significativos con impactos que trascienden los hogares individuales.
La red continuará fortaleciéndose a través del proyecto y cuenta con el apoyo de las municipalidades. Se espera que esta información ingrese al sistema nacional meteorológico y enriquezca los boletines que la institución nacional elabora. Con ello, cada familia estará mejor preparada para enfrentar los desafíos del cambio climático.