El impacto de la inclusión: Cómo Martha Downs Aníbal desafía las limitaciones
Doña Martha es un referente en Bilwi, Nicaragua. Su compromiso por la inclusión de las personas con discapacidad es ejemplar. En esta ocasión, nos comparte anécdotas y vivencias sobre las diferentes barreras que le ha tocado superar.
«Cuando surgió mi discapacidad física, fue un momento muy duro para mí y para mi familia. Me costó aceptarlo, y mi familia no entendía ni aceptaba mi nueva condición, pues no sabían cómo afrontarla. Sólo tenía 19 años». – Martha Downs Aníbal, 63 años, activista por los derechos de las personas con discapacidad, exvicealcaldesa de Bilwi y actual consejera del gobierno regional autónomo de la Costa Caribe Norte en Nicaragua.
Nacida en el seno de la comunidad étnica indígena miskita, Martha creció en el seno de unos padres muy comprometidos con la iglesia morava, de la que su padre era pastor. A diferencia de muchos, no aprendió español como lengua materna, sino que adoptó la lengua miskita local. Sin embargo, Martha tuvo que enfrentarse a retos dentro de su comunidad, donde la falta de concienciación sobre las personas con discapacidad y sus derechos obstaculizaba su capacidad para explorar y cultivar sus fortalezas e intereses.
Al reflexionar sobre sus primeras experiencias, Martha dijo: «Desde su punto de vista (el padre de Martha), soy una persona pobre. Se referían a mí como una ‘minusválida’ que debía quedarse en casa. Mi familia lo veía (la condición de Martha) con pesar y tristeza, me molestaba esa actitud suya y me sentía excluida de la gente», añadió. «Me veían como un sujeto de ayuda económica y no como una persona que podía valerse por sí misma».
Vivir en Bilwi también supuso un reto para Martha. Le costaba ir a la escuela debido a la falta de infraestructuras accesibles en la ciudad, y no hablaba español con fluidez. Una vez incluso sufrió un accidente yendo a la escuela, lo que hizo que sus familiares presionaran a sus padres para que se quedara en casa. Pero ella no se rindió.
«Un amigo de mi padre, otro pastor moravo, me dijo que no me desanimara. Me motivó a decir siempre lo que sentía y me empujó a seguir estudiando. Fui la primera persona con discapacidad que se graduó en el instituto público en Bilwi».
Apoyada por el pastor, Martha consiguió un puesto como operadora de radio en la sede de la Cruz Roja, lo que alimentó aún más su determinación de seguir estudiando. Tras graduarse en el instituto, se dedicó primero a la contabilidad y más tarde a las ciencias políticas, sentando las bases para su posterior cargo como vicealcalde de su ciudad natal.
En 2009, Martha recibió una invitación para ocupar el cargo de vicealcalde de Bilwi. A pesar del escepticismo de la comunidad, que lo veía como una discriminación positiva basada en su discapacidad, Martha percibió este nombramiento como una oportunidad para seguir defendiendo los derechos de las personas con discapacidad. Durante sus tres años de mandato, no sólo visitó varias comunidades, sino que también puso en marcha un sistema mejorado para identificar y supervisar las condiciones de las personas con discapacidad en la ciudad. Al mismo tiempo, Martha trabajó con diligencia para cambiar la percepción negativa que prevalecía en sus comunidades sobre las personas con discapacidad.
«Como vicealcaldesa de Bilwi, desarrollé relaciones de trabajo con todas las organizaciones presentes en el municipio para reforzar el trabajo en favor de las personas con discapacidad, de modo que (las organizaciones) puedan ser educadas e incluidas en todas las esferas públicas, superando así su falta de concienciación hacia las personas con discapacidad», relató Martha.
Consciente de la vulnerabilidad de su comunidad a las catástrofes, Martha subrayó la importancia de implicar activamente a las personas con discapacidad en los esfuerzos de reducción del riesgo de catástrofes. Relató casos en los que las autoridades locales habían ignorado sistemáticamente las necesidades de las personas con discapacidad durante las emergencias, dejándolas sin atención adecuada, sin concienciación y sin un refugio apropiado.
«En el momento de un huracán, las personas con discapacidad se estresan mucho: se preocupan por lo que va a pasar, ya que no pueden moverse, ni oír ni ver con la misma facilidad que los demás», explicó. «A las personas con discapacidad les afecta más la incertidumbre porque no saben cómo reaccionar ni cómo protegerse; ni cómo se les va a atender».
Durante los huracanes Iota y Eta, el trabajo de Martha resultó inestimable. Gracias a su trabajo previo como vicealcaldesa, los esfuerzos de respuesta estaban más organizados, con un mejor conocimiento del entorno y de las necesidades de la comunidad. Sin embargo, seguían existiendo problemas, especialmente en lo relativo a la logística del transporte de personas con discapacidad a refugios seguros.
«Preparamos los refugios en las escuelas, pero no estaban preparados para las personas que utilizan sillas de ruedas. Aquí es donde el programa y el apoyo de la ASB han sido clave para ayudarnos a aplicar correctamente las normas técnicas para mejorar los refugios seguros para personas con discapacidad», afirmó.
El papel de Martha en la coordinación de las intervenciones para personas con discapacidad durante la catástrofe dejó un impacto duradero. Contribuyó activamente a la organización y ejecución de respuestas humanitarias eficaces, colaborando con las autoridades locales, los líderes comunitarios y organizaciones como ASB.